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viernes, 18 de enero de 2019

EL MANUSCRITO DE MI ABUELO






EL MANUSCRITO DE MI ABUELO

El talento es libre y puede ir como un simple equipaje dentro de nosotros, en cada viaje que das en tu vida llevarás siempre el mismo maletín donde guardarás los mejores recuerdos, además de tus mejores dones. Así solía decir mi abuelo cuando compartía sus ratos de saberes conmigo.

Él era un hombre muy pragmático o eso parecía, y es así como le recuerdo. A veces sus palabras llegaban a mi mente de forma breve y abstracta dejándome una extraña inquietud, alterándome los nervios. Aún no puedo entender las causas que provocaban tal estado de ánimo, quizás los caminos compartidos por un mismo destino son difíciles de reparar y aunque mi abuelo ya no esté presente hoy, sus recuerdos siguen latentes, llenos de detalles que me hacen fantasear cuando quiero escapar de la realidad que circunda en mis alrededores.

Soy incapaz de prever las líneas del azar y por ello confieso que siento vergüenza ante la rendición que asumo con total honorabilidad. No estamos aquí para vencer, mucho menos para sufrir o ganar, no estamos aquí para hurgar ni para debatir, tampoco es nuestro destino opinar o forzar nuestras convicciones para que los demás las acaten como una única verdad. En ocasiones olvidamos que las pasiones son sólo destellos de luz que resplandecen para contemplar el amor que llevamos dentro y nos mueven como rayos de luz fulminantes.

Los proyectos inconclusos de mi abuelo son los que me dan consuelo, no puedo dimitir a ellos ya que se han convertido en mis tiempos oníricos predilectos. No es fácil ser nieta de un inventor y salir bien airada de eso, pues el ardor y el ruido del misterio que rodea a lo desconocido siempre será atractivo para quienes tenemos como fuente aquellos hombres de ciencia. Es un don creativo ¿saben? el emprender por caminos que guardan secretos que tienen su recompensa al ser descubiertos. Mi abuelo transitó algunos de ellos y obtuvo grandes elogios por todos sus inventos, por todos sus hallazgos, sin embargo eso no era de vital importancia para él, su recompensa mayor es lo que le ha dejado a sus descendientes, conocimiento. Hoy su manuscrito significa para mí una fuente inagotable de saberes y cada vez que lo leo consigo una respuesta a mi más ardiente curiosidad y he comprendido que el muro de la ignorancia es muy frágil por lo que es muy fácil de derribar y es muy sencillo decidir el momento preciso para derrumbarla.

Acudí por épocas a los espacios oscuros del pensamiento que cautivaron a mi abuelo por décadas y me han llevado a ocupar incluso otros lugares que seguramente él no pudo ver en sus momentos de soledad y he permanecido cautivada por decenas de horas delante de copas que guardaban pistas que me guiarían por senderos sin luz, llevándome al límite de mi mente. Es inevitable ignorar los valores de la invención, al final los hechos no sirven de nada si no van atados a una obra monumental.

Puedes estar repleto de sueños, es verdad, pero será alto el precio que tendrás que pagar para llevarlos a la realidad. Con los años entendí que debo guardar distancia con lo mundano, la vida material te aleja del mundo abstracto, lo material llena la cabeza de un ropaje tan denso que te aleja de los pequeños datos del pasado, que aguardan fríos y callados, en distantes bibliotecas.

Hoy el conocimiento esta disperso y los grandes genios descansan en los cementerios luchando para que no sean olvidados, en nuestros días la violencia y el miedo es mucho más atractivo que la física, la química, las matemáticas y la misma astronomía. El joven de hoy se duerme en la pereza y se consume en la rutina, y es que el interés por las estrellas ha sido sustituido por la bebida.

Poco ruido hacen las pisadas de aquel que evoca los tiempos de oro de la ciencia. Ahora mi abuelo ocurre en nombre de la ciencia, dejando rastros de símbolos que encienden el fuego de la pasión por los descubrimientos científicos, ese mismo fuego que imperó en otras épocas. Agobia levantarse luego de leer frases cargadas de cobardía tras derrotar la piedad del hombre por el hombre y entregar al enemigo toda lo que se tenga como sabiduría. Ha resurgido el desprecio por los hombres de ciencia y sus descubrimientos, y en su lugar, se ha impuesto la demagogia y la charlatanería como resultado de una perenne holgazanería, aliento actual de la distorsión de los espíritus destructivos. Hoy en día la opinión personal impera como un virus, como una enfermedad y se ha regado como una epidemia, tras exponer con dedos señaladores los pálidos rostros de aquellos que pretenden ser mejores cada día. 

Y desde las alturas caen látigos de lluvia ácida que intentan calmar los tiempos de confusión de las nuevas generaciones que han dejado de descubrir. Aún no es tarde para seguir los pasos de las manos que en el pasado crearon y de los ojos que descubrieron teorías que nos arrojaron al mundo de la modernidad sin cadenas y con un enorme deseo de imitarlos en su éxito.

Es natural que vinieran cañones a incendiar las prosas actuales como prueba de lo frágiles que somos al sucumbir a nuestros propios flagelos, podremos retornar al inicio de los tiempos cuyo punto detuvo al mundo en largas temporadas viviendo entre pinturas y placeres, entre veranos llenos de alegría, inviernos marcados de ataques y cacerías, otoños rápidos y engreídos y primaveras abarrotadas de ratos de creación. Ahora estoy despierta ante las armas que nadie ve y percibe una extraña pero legible imagen que aborda los relatos de mi abuelo, tan llenos de suspicacia que conducían mi mente a una caja de pandora.

Después de pensar un rato, medité en los momentos que abandoné los proyectos inconclusos de mi abuelo, arrojándolos al baúl de madera que escondía en mi armario. Me sentía cansada por no hallar los procedimientos acertados y pensaba en ese viejo necio y terco, quién dedicó tanto tiempo en dejar tantos inventos que aliviaron la vida de una sociedad que dormía en sus superficialidades, sin embargo esa sociedad fue la que llegó después y recibió los premios que él en vida nunca recibió, y me pregunto: ¿tiene caso romper las cadenas de la ignorancia cuando hoy solo vemos al hombre atado a las ideologías y a las religiones?

Un súbito y fuerte escalofrío recorrió mi espalda al sentirme inválida por un pensamiento oscuro que hace saltar a mi alma: la ciencia ha fracasado en sus propósitos, mi abuelo ha fracasado por no decir algo más de esa ciencia, todos hemos fracasado por no entender o comprender lo que habita en ella.

Tomé mis gafas y sudando por la fiebre que producía mi nuevo descubrimiento, guardé el manuscrito de mi abuelo con la promesa de continuar hojeando sus páginas para gritarlas al mundo cuando esté realmente preparado para entender que la ciencia nace con las invenciones y descubrimientos que elevarán al hombre a otro nivel de existencia. Subir peldaños y no sucumbir a la comodidad de lo conocido es lo que hace que una especie pueda sobrevivir a los desgastes de la rutina y del tiempo. Lo cotidiano acelera el envejecimiento prematuro de las mentes creadoras, muriendo así la energía vital que nos conecta a otras formas de vida más evolutiva, la ciencia no es tecnología, la ciencia es el saber que nace desde el momento en que nos convertimos en observadores y receptores de todo lo que ocurre en nuestros alrededores. El conocimiento está ahí presente, frente a nuestros ojos. Tomarlo y descifrarlo para convertirlo en una posibilidad cierta que alumbrará nuestros días de oscuridad.

Vive y crea, fue la consigna eterna de mi abuelo, titulo inquebrantable de su viejo manuscrito, ese mismo que he guardado para no sucumbir en la impotencia de evitar que sea alterado. La humanidad algún día estará preparada para vivir en la armonía de existir para dar y hasta que eso ocurra, este manuscrito en silencio permanecerá.

Fin
Por Eleorana 2019
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Este obra cuyo autor es GLOSMARYS ELEORANA CAMACHO ALBARRAN está bajo una licencia de Reconocimiento-SinObraDerivada 4.0 Internacional de Creative Commons.