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domingo, 19 de mayo de 2019

EL TERCER MOVIMIENTO





EL TERCER MOVIMIENTO

Y allí se encontraba ella, una joven llena de ilusiones, sueños y anhelos, estaba sentada, en medio de personas que llevaban una conversación trivial. Su mente intentaba lograr una conexión perfecta y poder entender las situaciones planteadas por quienes la rodeaban, pero no, ella estaba abstraída en medio de sus pensamientos, en medio de una nada que la envolvía en su propia densidad.

Era cierto, en aquél momento algo muy extraño la estaba alejando de todo el entorno, la estaba alejando de lo que sus ojos veían, de lo que sus oídos escuchaban, de lo que sus manos sentían, de lo que su olfato olía, de todo lo que su ser sentía. Algo muy fuerte y magnético la llamaba en su interior. Algo la invitaba a recorrer lugares inexplorados, lugares inimaginables, lugares profundos, lugares galácticos, lugares que ni ella tenía idea que podían existir. De pronto, ese algo dejó de ser una sensación para convertirse en una pequeña voz que gritaba desde dentro, allá a lo lejos, desde su subconsciente…

 - Ven, ven conmigo.

Su cuerpo intentaba sin embargo, quedarse allí en el presente, evadiendo lo que su interior clamaba, ignorando aquella llamada, pues su miedo era más fuerte. Tenía miedo de perderse en su interior y no volver a lo que ella creía era su existencia. Por instantes quería estar allí compartiendo con aquellas personas, sintiéndose parte de sus vidas, sintiendo su propia presencia, aceptando su propio entendimiento, tratando de encajar sin levantar dudas entre los que estaban presentes, para que no notarán que su interior ya no estaba entre ellos. Pero su interior, su espíritu y su cuerpo se habían separado, estaban distantes, ellos querían viajar a su interior aún a costa de su propia aprobación.

Acto seguido, entre las voces externas provenientes de las personas que la rodeaban, surgió una palabra que la catapultó a lo inimaginable, a un espacio mágico, que la alejó completamente de ese entorno denso que la ataba. Y fue cuando el sonido de aquella palabra la elevó a lo desconocido. Entonces, ella se fue, se entregó por completo a la pequeña voz que estaba emitiendo gritos desesperados desde lo más profundo de su interior.

Fue así como comenzó aquel viaje en compañía de la voz que la guiaría a un recorrido por un lugar desconocido.

-Hasta que te desprendiste de la densidad terrenal de aquel lugar- le dijo la voz que la guiaba.

-Discúlpame, tenía miedo- Le contestó ella con algo de vergüenza.

-Conozco ese miedo. Es autodestructivo lo que haces, deberías saberlo.

Aquella voz le hablaba con cierta nostalgia, trataba de hacerle entender a la joven que no había razón para tener miedo, que el miedo es sólo un estado infundado que habitaba dentro de las personas, un estado discrecional que se forma como medio de control de entes que habitan en el exterior. Que nada es como parece, que todos se ahogan en pesares inexistentes.

Sin embargo, ella, aún entendiendo todo lo que la voz le decía, no admitía aquel vicio mal adquirido de destruirse internamente, de permanecer atada a ese sentimiento melancólico producto de un miedo que le restaba sus ganas de vivir intensamente.

-Ven- le dijo aquella voz- Ven y sígueme, quiero enseñarte algo hermoso, no preguntes, no dudes, sólo cree, sólo disfruta en silencio.

Al iniciar el viaje, aquella chica vio como su alma se desprendía del lugar, seguía sin preguntas, sin duda a la voz que le guiaba. Vio como dejaba su cuerpo inerte en medio de aquel lugar, un cuerpo que extrañamente seguía simulando presencia, un cuerpo que aparentaba que todo estaba normal para que todos los demás no notarán su verdadera ausencia.

Ella dejó aquel espacio, dejó la compañía de aquellas personas. Nadie la vio elevarse, nadie notó su ausencia, nadie sintió que se había evaporado su alma. Nadie sabia que aquella chica había iniciado un viaje a lo desconocido, donde nadie la esperaba, y eso la hacia sentir en libertad.

Y así comenzó su viaje.

Su alma se elevó, observaba todo a medida que ascendía a lo más alto. En minutos, quizás segundos dejó aquel edificio, se entregó al cielo por completo. Contempló la ciudad en todo su esplendor, la luz del sol le daba aquel toque de belleza que no había apreciado nunca, incluso recordó que no había apreciado aquella misma vista durante aquel viaje, que tiempo atrás, había hecho en parapente. No, aquello no era igual. 

A medida que su alma subía podía sentir el aire rozar su existencia, podía sentir como su esencia se conectaba cada vez más con lo etéreo, sintiendo el valor de lo supremo. El viento y su alma se complementaron y sintió aquella fuerza arrebatadora, una energía que le alimentaba, una energía que le llenaba de resignación. 

Las nubes hicieron juego en aquel hermoso viaje. 
Su alma estaba regocijada de una enorme felicidad, era un estallido de emoción que llenaba su verdad. Sentía como las nubes le acompañaban y mientras daba el recorrido, estas se transformaban en distintas formas, e invitaban a aquella alma para que hiciera lo mismo.

La voz que le guiaba le mostraba que en ese momento podía desfigurarse y moldearse en lo que quisiera, que las nubes le invitaban al juego de las formas. Así fue como decidió conjugarse con aquellas nubes y sentir al viento, quien ayudaba a las nubes en su transfiguración. Cambiaban de figuras en segundos, pasaban de rostros a cuerpos angelicales, de formas atómicas a formas animales, y entre sus cambios gritaban de alegría por las formas y texturas que podían darse. 

-¡Puedo ser lo que quiera! ¡Puedo ser el todo y la nada! - Gritaba aquella alma regocijada de emoción.

-Puedes ser todo lo que anheles, puedes ser todo lo que desees, puedes ser todo lo que seas sinceramente - le respondió la voz guía a lo lejos.

Estuvieron así por algunos minutos hasta que fue exhortada a continuar en el viaje, pues era momento de seguir.

- Ven, debemos continuar.- Dijo la voz guía mientras emprendía el viaje.

El alma dejó atrás a las nubes, quienes se desprendieron figurando distintas formas, distintas figuras a modo de despedida. 

De pronto sintió como entró en un lugar que estaba abarrotado de pequeñas partículas que la rodeaban. Eran pequeños iones que le producían descargas eléctricas, sintió un cosquilleo que la hacia temblar de excitación, era una extraña sensación, energías que se complementaban, que se intercambiaban.

Las partículas atómicas de su alma se reconocían en aquellos iones, creando pequeñas descargas electromagnéticas, girando una alrededor de otras, provocando auroras boreales mientras giraban entre sí, destellos de luz que cubrían el cielo por completo. Aquella imagen era maravillosa, era hermosa, era divina. Sin embargo, el viaje tenía que continuar.

- Ven vamos, es hora de seguir.- La voz guía con una mediana sonrisa le indicó el camino hacia la ascensión.

Aquellos iones en despedida comenzaron a hacer numerosas auroras boreales, mientras aquella alma ascendía y las observaba con total ternura.

Aquel ascenso fue más silencioso.

-¿A dónde me llevas?- Le preguntó el alma a la voz guía.

-Pronto lo verás, solo sígueme. Falta poco.

Segundos más tarde se encontraban en medio del espacio sideral. Se hallaban en pleno universo, desde allí podían observar la madre tierra en todo su esplendor. Aquel planeta cuyo azul índigo resaltaba su enorme belleza.

Que hermosa es la tierra!- exclamó el alma quien se encontraba exhorta ante la inmensidad de la creación.

Desde donde estaba podía observar el primer movimiento, veía como la tierra rotaba en su propio eje. Era un movimiento armónico, con una melodía divina, con una precisión perfecta. Era impresionante ver como aquel planeta estaba suspendido allí en medio de la nada.

-¿Cómo lo hace? -preguntó el alma.

Inmediatamente la voz le respondió - sin preguntas y sin dudas ¿recuerdas?

-Si, lo sé. Pero es que tanta perfección te lleva a preguntar.

- No, quién pregunta no lo hace por la perfección de lo que ve, quién pregunta lo hace por su falta de fe, por no creer. Lo divino, lo mágico no se pregunta, se acepta. Las verdades estarán allí, te preguntes o no, dudes o no, creas o no. Cuando estamos frente a la perfección sólo debemos contemplar, sólo debemos aceptar, sólo debemos disfrutar, sólo debemos admirar en silencio y con bondad. Recuerda algo siempre, la perfección no se explica, no se estudia, no se analiza. La perfección esta allí para ser amada, así sin más.

Aquella alma se quedó allí, observando la madre tierra, sin hacerse más preguntas, admirando su belleza, escuchando su música, sintiendo su textura, contemplando su nobleza, sintiendo su movimiento, sintiendo sus propias emociones, sintiendo sus propias expresiones. Sí, así estaba en medio de un ritual de observación, apreciación y contemplación, donde el amor era su principal expresión.

-Ven vamos- le interrumpió nuevamente la voz guía.

- ¿A dónde vamos? Quiero quedarme aquí, quiero contemplar más tiempo esta escena.

-No, debemos continuar, ven.

El alma con algo de nostalgia siguió ascendiendo, sin dejar de mirar aquel cuadro hermoso. Sintió como la madre tierra le sonreía y le despedía con su melodía.

Pasaron por todos los planetas Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno, Plutón, y con todos pudo comunicarse, con todos logró la misma conexión que había sentido al estar con la Tierra, sintió sus movimientos, sus melodías, sus encantos. Cada uno tenía su propia voz, sus propias leyes, su propia esencia, su propia verdad.

Así continuaron el viaje, hasta que se hallaron fuera del sistema solar. Al contemplarlo aquella alma pudo ver el segundo movimiento, donde todos los planetas de manera armoniosa se trasladaban alrededor del sol. Era impresionante, todos los planetas tenían un movimiento particular. 

"Hypatia seguramente se la pasaba por estos lugares, paseando en su más profundo pensamiento, conectándose con toda su divinidad, con la sagrada divinidad de la creación"- pensó el alma mientras contemplaba todo aquello.

Todos los planetas estaban allí, conviviendo en un todo y sintiéndose en la nada. Era impresionante verlos a cada uno desde aquel punto, desde aquel plano. Y todos al mismo tiempo con sus melodías propias formaban una sola pieza musical, adornada con bailes propios generados de sus movimientos, acompañadas de colores vivos y de pequeños astros que armonizaban todo el contexto.

Absorta se hallaba el alma, sin pronunciar palabra, sin pensar en nada, sin preguntar nada, sin dudar nada, estaba atónita, estaba maravillada, estaba en silencio, allí contemplando la imagen, llenándose de la belleza de aquella escena. Sentía que aquellos astros le miraban también, que se eclipsaban también, que la contemplaban, asimismo como ella lo hacia. Y sin saberlo el alma se contagió del segundo movimiento, uniéndose a aquella armonía, donde podía formar parte de ese todo, sintiendo la unión de la perfección universal.

-Ven, es hora de partir. -Le dijo la voz guía.

-¿Puedo quedarme un poco más? -le preguntó el alma a la voz guía por petición de sus anhelos.

-No, debemos partir. Ven…

Continuaron con la ascensión, separándose en segundos de aquel sistema solar. Fuera de él pudo ver más, pudo recorrer espacios que jamás imaginó que existieran. Contempló a otros sistemas solares, cuyo centro estaban comandado por dos o más estrellas, y cuyos planetas eran de otras dimensiones, de otros colores, con melodías diferentes-

-¡Es asombroso! - Se dijo- Hay tantas cosas aquí arriba! No podía imaginarlo así! Todo es tan hermoso, que siento tanta pena de mí, siento un poco de vergüenza

Aquella alma quería expresar todas sus inquietudes, todas sus emociones, quería revelar todas sus dudas pero la voz guía no se lo permitía.

-No debes pensar en todo aquello que quedó atrás en el pasado. No debes afligirte por lo que dejaste de hacer o por lo que dejaste de vivir. No debes sentir pena de ti y de tu vida. No debes arrepentirte de tus pensamientos, ni recriminarte de tus emociones, de tus sentimientos. No debes autocastigarte por aquello que no viviste, eso forma parte de ti, eso forma parte de tu verdad. Sólo debes contemplar. Recuerda lo que te he dicho, todo está allí y tú, como los demás están para contemplar, para admirar, para sentir, para aceptar, sin preguntas, sin dudas, sólo creer.

-Por eso me has traído aquí ¿cierto?

-Tú sabes la respuesta, has visto la inmensidad del universo, has escuchado su música, has sentido su textura, has compartido sus verdades, has sentido sus emociones, sus sentimientos, has podido ver su esencia, su perfección. Has abierto tu corazón y así has sentido el amor de la creación.

-Todo es tan simple aquí arriba, ahora puedo entender tantas cosas.- Dijo el alma, con algo de nostalgia, al tener ante sí, las imágenes de un pasado que no la dejaba continuar.

-Las entiendes porque has abierto algo de ti que estaba sellado. Has quitado todo el concreto de la densidad física que no te dejaba avanzar.

-¿Y ahora que será de mi? Siento que es tarde para dar vuelta atrás, sabiendo todo esto, no podré ser igual.- Se preguntó el alma, al saber tanto tiempo perdido, al pensar siempre en lo efímero, en lo que ya había transcurrido.

-Aún falta camino, ven, debemos continuar…

El viaje se prolongó. Visitaron hoyos negros. Pasajes astrales que las llevaban a otros lugares, a otros espacios. Visitaron nuevas constelaciones que al dejarlas atrás se despedían con sus formas: Las doce del zodiaco, las cuarenta y ocho de Ptolomeo, los recintos y las mansiones, las nebulosas, las nakshastras y demás denominaciones dadas desde la tierra. 

Pero todo eso escapaba a lo que aquella alma estaba viendo. Pues no sólo podía identificar lo que conocía a través de lo leído o estudiado en su existencia física. Lo que estaba experimentando en ese preciso momento iba más allá. Era esa conexión con la nada absoluta y a la vez con el todo, sintiéndose parte de aquello que sentía, como si todo su ser estaba conectado con toda aquella inmensidad, haciéndola parte de ello, como una partícula que conformaba ese todo único y de la cual no se podía librar. La sensación era mágica, era indescriptible. Sólo queda sentir, admirar, contemplar y amar.- Pensó

Fue así como llegaron a un punto, donde aquella voz guía se detuvo.

-Espera, vamos a detenernos un momento. Quiero que ahora des vuelta. ¡Mira!

El alma se detuvo y al darse vuelta contempló al universo en todo su esplendor. No era una escena, no era un cuadro, no era una imagen, era más profundo que eso ¡Era todo! 

Contempló cada átomo que conformaba cada particular de cada existencia presente. Contempló la energía que lograba la unión de toda aquella creación. 

Contempló la armonía. Contempló la esencia. Contempló la divinidad, y fue entonces cuando pudo observar el Tercer Movimiento.

¡Sí!! Había un Tercer Movimiento. Una fuerza que no se detenía, una fuerza más potente que la de rotación o la de traslación. Una fuerza que permitía que todo se mantuviera en armonía. Se movía constantemente y en cada segundo nacía una nueva creación, allí en un espacio que no se detenía, en un espacio que se expandía en movimiento constante y que siempre iba hacia delante, hacia lo infinito ¡Sí! 

El todo no era estático, la nada no se detendrá nunca. Era impresionante ver el momento de creación, el cual no era inmóvil, el todo era la transfiguración de lo posible y de lo imposible. La nada sólo era su conclusión. 

Aquella alma pudo entender en todo su esplendor que lo estático no existía en el universo, que lo estático no era admisible, que los sistemas solares también se movían armónicamente, que los hoyos negros se expandían, que las constelaciones se alineaban en armonía, que el todo se movía, que no había algo fijo, que los movimientos del universo eran armoniosos, perfectos, que de allí venia la melodía de la creación. No había tiempo inmutable. Allí no se detenía el universo, el caos, los cambios, las explosiones, las implosiones, todo existía y era posible en su propia inmensidad e infinitud. 

Durante aquel viaje aquella alma había descubierto la verdad de la sagrada divinidad de la creación.  

Y allí, en esa contemplación divina, por fin vio la verdad que se reveló… 

El Tercer Movimiento era DIOS…

Eleorana 2019
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Este obra cuyo autor es GLOSMARYS ELEORANA CAMACHO ALBARRAN está bajo una licencia de Reconocimiento-SinObraDerivada 4.0 Internacional de Creative Commons.